Es la calle de Moneda, junto a Palacio Nacional, y son las 6 de la tarde. Los puesteros merolicos poco a poco callan y recogen, aunque aún abundan sus variadas y repetitivas ofertas en el aire.
La gente circula hacia todos lados, variadísima en todo aspecto, al grado de volverse una especie de mezcla homogénea, en la que sin embargo cada partícula: a calle, los vendedores, os autos, los transeúntes merece un momento de antención todos tienen alfo de bello, algo interesante, algo muy peculiar, aunque la mayoría protege justo eso con celosa ¿aprensión? puede ser, pero lo hacen. Hay un círculo vicioso de reservar lo bello en uno por que todos lo hacen y por que lo dañarían, ¡hay que romperlo!
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