enero 05, 2010

la memoria y el lenguaje

Siempre he divagado sobre por qué no recordamos nada o casi nada sobre la infancia temprana, parecemos suficientemente capaces de pensar a esas bellas y cortas edades de 3, 4 y 5 años, pero por alguna razón no somos capaces de recordar casi nada de esa época de nuestras vidas, tanto así que si llegamos a viajar a algún lado bonito se da por sentado que "no cuenta".

Pero ¿por qué? (ahora que reflexiono al respecto, me doy cuenta de que me da demasiada curiosidad como para que jamás me haya puesto a investigar, pero jamás lo he hecho, y sin embargo) creo haber deducido la sencilla pero interesante respuesta: el lenguaje.

¿qué pasaría si intentara vaciar todo esto en papel sin un lenguaje con el cual comunicarme? por muchos ideogramas que inventara para mí mismo, tendrían que ser ideas definidas sólo por más ideogramas, perdiendo el sentido rápidamente en una maraña de símbolos no definidos claramente.

Esto es cierto hasta que esos símbolos comienzan a tener orden y concierto, estructura y en lugar de ser una masa gelatinosa de ideas se transforma en un sólido armazón estilo, digamos, lego, que permite construir ideas nuevas en base a piezas ya existentes.

Volvamos ahora a revisar lo que intenté poner en papel (hipotéticamente, este mismo texto) sin un lenguaje hace 7 años. queda obvio que por mucho empeño que haya puesto en desarrollar y documentar mi propio sistema de ideogramas, fué desplazado por el mucho más estable y completo lenguaje aprendido del exterior, y que al revisarlo no entenderé absolutamente nada.

Es esto lo que (creo) ocurre con nuestras memorias tempranas, antes del aprendizaje del lenguaje. Las memorias están ahí, pero sólo vemos ruido en ellas.

(nota personal: extrapolar a mensajes orgánicos con (seres vivos) y sin (compuestos químicos) lenguaje de por medio.)

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